Desde que te conozco he aprendido que nunca he echado de más una ausencia tanto como la tuya, que los centímetros no son distancias reales si no se cuentan en miles, que los espacios entre tú y yo los escribe una tecla de circunstancias.
He aprendido que el reloj es caprichoso. Si lo miro esperando encontrarte, se mueve despacio, presumido. Si por fin te encuentro, corre con celo, con su tic nervioso, con su tac.
Me gustan los autobuses, pero solo de ida, ¿qué sería de mi cama si pudiera volver contigo cada noche?
Música, abrazos, historias y café, todo eres tú, toelrato, toeldía.
Respiro y suspiro y miro por la ventana diciéndome que ojalá estuvieras aquí, que vinieras a abrazarme por la espalda, a besarme el pelo revuelto, a peinarme esta sonrisa. Que vuelvas esta odiosa espera soportable. Que hagas presentes todos los pretéritos y condicionales.
Libros, nombres, bromas y chocolate, todo eres tú, toelrato, toalavida.
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